Carta a mi abuelita

Carta a mi abuelita






¡Hola, abuelita!

Ayer, la maestra, Sue, nos dejó de tarea que recordáramos algo o a alguien, y yo quise recordarte a ti para contarte que hago mermeladas. Dice mi hermana que tú sabías hacer dulces cristalizados de chilacayote, calabaza, camotes, higos, de esos dulces que ya casi no se comen porque han sido desplazados por otros nuevos. Bueno, yo lo que te quiero contar es cómo elaboro la mermelada de fresa. Compro un kilo de fresas, las lavo y las limpio, las dejo escurrir, después la pico y las pongo en un bol, es un traste como una bandeja, le agrego medio kilo de azúcar y la dejo reposar por una hora; después la echo a la olla, es un pequeño cazo de cobre que estaba ahí abandonado, esperando a que lo ocupara. Lo pongo a fuego medio, la flama no muy alta, y ahí estoy como 40 minutos cuidando que no se queme. Se me olvidaba, también le agrego el jugo de dos limones. Me dijo una chef que el jugo es la pectina natural, no sé qué sea, pero es la pectina, es lo que te quería contar. Una vez hice higos cristalizados, pero sí se llevan su tiempo, son dos días para hacerlos. De eso luego te cuento porque tú sabías prepararlos.

Una vez hicimos una carne asada, en fin, ya la hemos hecho varias veces, pero me cae que es algo muy bueno. En el patio sacamos el anafre y ahí nos tienes a todos en chinga, limpiando, yendo por las cosas, por los refrescos, cervezas y unas cuantas botellas de vino. Estamos todos reunidos, conviviendo toda la familia y cuando sale la carne, ya está la salsa que también prepararon en la parrilla, los chiles y los jitomates tatemados, también el ajo y la cebolla se asan y después los echan al molcajete y preparan la salsa, y ya sabes, en la hielera las cervezas, refrescos y también las botellas de vino. Te contaba que cuando la carne se está cociendo, todos estamos atentos escuchando un tsss mientras se está asando, oliendo su rico aroma, cómo a veces truena el carbón que se está consumiendo en la lumbre; bueno, servimos la carne y esta se rebana y agarras un pedazo y ves es que está bien suavecita, lo echamos en una tortilla, un poco de salsa, y de lujo. Así son esas veces en que hemos hecho carne asada.

Pues aquí estoy abuelita, tocando mi lápiz y una pequeña libreta donde estoy haciendo unos apuntes del curso en el que estoy, y es que la maestra, nos pidió que tocáramos las cosas que teníamos cerca donde estamos tomando la clase, creo que los ejercicios son sobre escribir acerca de los cinco sentidos, trato lo mejor que puedo de describirte las cosas, porque la maestra y su compañero, que son quienes van a revisar este escrito, no saben que tú eras invidente, pero tan solo con lo de la mermelada y la carne ocupamos los cinco sentidos, al probar, oler, escuchar, tocar y ver. Tú no lo hubieras visto, pero sé que viste muchas cosas y una vez nos contaste cómo éramos de niños.

¿Sabes?, hace poco en las redes sociales -unas cosas donde pierdo el tiempo a diario- alguien preguntaba si recordábamos los chiles con que guisaban nuestras abuelas. A nosotros no nos tocó probar lo que cocinabas, pero déjame decirte que tus hijas lo hicieron y lo hacen muy bien, y también tus nietas. Yo me defiendo con mis mermeladas, quizá yo no pude contestarle al que preguntó, pero sé que los nietos de mi mamá, si lo recuerdan, también "sufrieron" cuando asaban los chiles para el mole, y vaya que mi madre hace unos muy buenos. Bueno, abuelita, te mando un abrazo a donde quiera que estés, acá yo me seguiré cuidando de una pandemia que azota al mundo entero.




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